«23 Kilos de Valor: Historias de Vidas no Empacadas en una Maleta de Viaje»
Por: Betzabeth Jaramillo
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Dejarlo todo y meter una vida en 23 kilos son parte del valor y el desafío de empezar de cero en un lugar desconocido, ya sea para perseguir sueños, oportunidades o incluso para salvar tu vida…
Empacar una vida entera en 23 kilos, 50 libras, una mochila, o sea cual sea el equipaje, es un acto de coraje y determinación que conlleva una amalgama de emociones que solo quienes han enfrentado el desafío de migrar pueden comprender. Representa una decisión que se adentra en el ámbito emocional y espiritual.
Para muchos migrantes, abandonar su hogar, familia y todo lo conocido implica dejar atrás una parte de sí mismos mientras se embarcan en una montaña rusa de emociones que solo aquellos que han iniciado la travesía hacia lo desconocido pueden entender.
Quiero que nos adentremos juntos en el significado de abandonar prendas, cosas que amamos y despedirnos de nuestros seres queridos mientras nos deconstruimos en cada momento y enfrentamos la nostalgia que nos acompaña en este viaje, a veces empacando entre lágrimas y con un nudo en la garganta, dejando detrás partecitas de cada uno de nosotros, porque a pesar de la buena vibra, siempre hay momentos en los que la nostalgia se hace presente cuando armamos el equipaje.
1. El peso de los recuerdos
Empacar una vida va más allá de seleccionar objetos y pertenencias. Es enfrentar el desafío de elegir qué recuerdos llevar y cuáles dejar atrás. Cada fotografía, carta o artículo de ropa representa momentos vividos, amistades y experiencias que han moldeado la identidad del migrante, de ti y de mí, porque yo también soy migrante.
La armada de la maleta es un equilibrio delicado entre lo práctico y lo sentimental. Entre la ropa, recuerdos y fotos, cada objeto lleva consigo una historia y un significado único. Nadie nos cuenta, pero no pueden hablarnos de decisiones difíciles si nunca se han enfrentado a la dualidad del equipaje: llevar lo esencial para el nuevo comienzo mientras se deja atrás una parte significativa de cada uno.
La elección más difícil es llevar tus únicas 3 camisas o dejar tu diario, el último regalo de tu padre antes de que falleciera o una chaqueta para el frío, un budare para las arepas o un par de zapatos, y quizás se lea sencillo, pero no lo es. Sólo quienes hemos tenido el valor de armar una maleta sabemos el precio de lo que llevamos dentro y dejamos fuera de ella. Desprenderse de ciertos recuerdos puede ser doloroso, pero es un paso necesario para abrir espacio a nuevas vivencias.
Y si… todos siempre en nuestra mente volvemos a ese día cuando armamos la maleta y nos llegamos a cuestionar qué pasaría si no hubiéramos dejado un objeto en particular, pero creo en la causalidad y que justo en ese momento, con la información que teníamos y nuestra madurez mental, tomamos la mejor decisión posible.
2. La agonía de las despedidas
Las maletas no son solo objetos físicos, también las veo como una metáfora de arquetipos sentimentales, porque una cosa es la maleta física y otra la maleta de emociones.
Cada prenda y objeto que se deja atrás representa un vínculo emocional con el pasado y las personas amadas. También está el proceso de despedirse, que implica enfrentar la agonía de dejar atrás recuerdos compartidos, experiencias y relaciones que han marcado profundamente parte del alma.
Y en esa maleta emocional, nuestros ojos se llenan de marejadas y de gota en gota van aflorando cada sentimiento, en los abrazos, besos, recuerdos, despedidas, mensajes y palabras.
Aunque en el fondo sabemos que vamos a estar bien a donde vamos, ya sea por fe o esperanza, igual habrá un mar de emociones porque el migrante es como un marinero; todos sabemos la fecha de partida pero nunca la fecha del retorno. Porque hay años que se convierten en vidas y quizás al volver no estarán las mismas personas que dejamos atrás…
Para los que migran por primera vez, en esa maleta siempre va el último abrazo que dimos a nuestra madre, padre, abuela o hijos y nadie puede describir esto, ni yo misma me atrevo, porque entre las cosas inefables, sin duda, están esos recuerdos.
Para quienes migramos por segunda ocasión, se nos quedan los amigos, hermanos, quizás hijos, sobrinos, familia y hasta nuestros pequeños amigos (mascotas). Sin duda, se trata de un trago bien amargo, porque además dejamos un segundo hogar y quizás haya sido bueno, malo o regular, pero allí vivimos un tiempo y estoy segura, que todos siempre extrañamos esos lugares que dejamos.
La experiencia de empacar una vida y dejar atrás prendas y cosas que amamos es un testimonio vivo del poder transformador del ser humano, capaz de adaptarse, renacer y florecer en los terrenos más fértiles.
3. Algunos consejos para armar tu maleta si has decidido migrar
- Prioriza los recuerdos significativos: Selecciona objetos que tengan un valor emocional profundo, aquellos que te recuerden momentos especiales y conexiones afectivas importantes. (Esos que no puedes comprar en una tienda)
- Fotografías y cartas: Lleva contigo fotografías de tus seres queridos y cartas que te hayan escrito, estas pequeñas piezas de papel pueden ser grandes tesoros en momentos de nostalgia.
- Un diario o cuaderno: Llevar un diario o cuaderno te permitirá plasmar tus pensamientos, emociones y experiencias a lo largo del viaje, convirtiéndose en un espacio para expresarte.
- Un objeto representativo de tu cultura: Incluye un objeto que represente tu cultura y tus raíces, esto te ayudará a mantener tu identidad y a compartir tus tradiciones con otros. (Yo me traje mi bandera de Venezuela y Ecuador, porque ambas me representan y siento ambos países como mis hogares; además, te ayudarán a ser tu cable a tierra y serán esa máquina del tiempo que te permita volver a tu memoria a revivir recuerdos).
- Ropa que te haga sentir bien: Escoge prendas que te brinden comodidad y te hagan sentir bien contigo mismo/a, esto te dará seguridad en tu nueva vida. (Alguien me dijo hace poco: «nadie lleva sal al mar», y es que viajar ligero porque hay cosas que conseguirás en tu nuevo destino; prioriza tus prendas)
- Libros o lecturas significativas: Lleva contigo libros o lecturas que te hayan inspirado y que te den fuerzas para enfrentar los desafíos que vendrán. (Amo los libros y si quizás cambias de idioma al lugar que vas, te harán compañía en tu idioma nativo)
- Objetos de protección y amuletos: Si tienes objetos de protección o amuletos que te den seguridad, no dudes en llevarlos contigo para enfrentar momentos de incertidumbre. (Un rosario, una estampita, las oraciones de tu mamá siempre nos darán las fuerzas que creemos hemos perdido, son unos potenciadores de energía tremendos; no importa en quién y cómo creas, lo importante es la fe).
- Un regalo para alguien especial: Incluye un pequeño regalo para alguien especial en tu nuevo destino, esto fortalecerá tus lazos afectivos y creará una conexión desde el inicio. (Llaveros, cosas pequeñas serán bien valoradas y te permitirán hacer amigos).
- Elementos que te conecten con tus sueños: Lleva contigo objetos o símbolos que te recuerden tus sueños y metas, esto te motivará a perseguirlos en tu nueva vida.
- Reflexiona sobre lo que realmente necesitas: Antes de empacar, reflexiona sobre lo que realmente necesitas llevar contigo y deshazte de lo superfluo, esto te ayudará a liberar espacio para lo más valioso.
- Comparte tus emociones: No tengas miedo de compartir tus emociones con las personas cercanas, hablar sobre lo que sientes puede aliviar la carga emocional del proceso de empacar y migrar.
- Tus documentos, papeles importantes siempre a es necesario empacar el título, notas, diplomas, visas, pasaporte y demás. Lleva todo lo que puedas.
- Deja fuera de tu maleta física y emocional todo lo pesado, las piezas grandes, el dolor, los malos hábitos, las discusiones, el pensamiento precario, todo eso déjalo. No te lo lleves porque será como un ancla que te hunda; empaca la buena vibra, la fe, nunca dejes tus sueños, esos empáchalos de primero.
No te pases del peso en ambas maletas. Hay un peso físico y emocional, y si te pasas, no podrás aguantarlo y en cualquier momento colapsarás. Si te pasas de 23 kilos en la maleta física, es posible que en el aeropuerto o en el autobús te hagan pagar más o te pidan que dejes objetos, y sacar un pedacito de ti de esa maleta frente a todos en una terminal es muy doloroso. Intenta que tu maleta pese lo justo o un poco menos.
Recuerda que empacar una maleta emocional y de valor no se trata solo de llevar objetos materiales, sino de llevar contigo el amor, los sueños y la resiliencia que te han acompañado hasta este momento. La maleta que llevas contigo representa tu fuerza interior y tu capacidad de enfrentar nuevos desafíos con valentía y esperanza.